Muchas veces–casi constantemente, diría–me sorprendo pensando sobre lo intrincado que son las relaciones de pareja. Se me hace que la sociedad ha creado unas barreras tan ficticias como imposibles de sobrellevar sin pasar por el sinsabor de la amargura y la culpa. El ansia de posesión y el dominio del “otro” son lo que predomina en las relaciones. Y me pregunto: ¿hay alguna solución práctica que no signifique la soledad?
Bestiaria explora estas cosas desde su punto de vista (énfasis en “su”). Me resulta sumamente interesante.
Dime qué padre tienes
Hace algunos años, estaba yo amargada por la pérdida de algún patán. Como siempre, la tarde me encontró conversando con mi madre, que a esa hora ya tenía veinte cigarrillos y medio frasco de dolca puro en la sangre.La confesión llegó sin previo aviso:
“Es que vos tenés un Edipo mal resuelto, Carolina. Se suponía que fuese yo quien te separara de tu papá, que te marcase el límite, que te dijera que ese hombre era mío, que vos ya ibas a encontrar uno para vos… Pero tu papa era tan picaflor… ¿Qué te iba a decir? ¿Qué era mío? Si no me lo creía ni yo… Y vos eras tan cínica de chiquita, te ibas a cagar de risa desde tu sillita de comer…”
Este relato confirmó mis sospechas: no hay forma de engañar al destino. Siempre que creímos elegir distinto, no fueron más que disfraces. La selección es matemática pura, esté destinada a fracasar o no: si tuviste un padre picaflor, vanidoso o narcicista, es difícil que elijas lo contrario. Porque uno es lo que vive, lo que ve, lo que aprende. Es más fuerte que el hábito, pero más débil que el destino: dime qué padre tienes y te diré como te casas.
Gracias a La Petite Claudine
La soluci
Luis hay un libro que se llama “Getting the love you want” (no recuerdo el autor, es un terapista de parejas) que habla sobre esto. Pero a pesar del libro – que dice que busacmos en la parejas los “treats” de los padres buenos y malos y nos comportamos en consonancia – y del comentario no estoy totalmente de acuerdo. Saludos para t