¡Qué lo parió! ¡Hasta Galeano se la ligó!
A pesar de los comentarios que he puesto con respecto a la coyuntura histórica que vive mi país natal, Uruguay, no me gusta pecar de regional. A mi me gusta hablar de todo. Sin embargo, hoy vuelvo a notar algo de allá. Me encontré leyendo un artículo publicado en Informe Uruguay, escrito por el Sr. Félix Obes y titulado De mal humor en un país que quiere ser enano. He aquí un párrafo interesante y muy entretenido:
Y me recalienta el tema de las torres en Punta y en el Buceo, ya que los destructores de torres, son de la misma raza de tarados que los que se oponen a los puentes entre naciones, a los ferrocarriles y las telecomunicaciones.No es posible que un país sin trabajo, con una clase obrera si es que aun queda algo de ella, los sindicatos que dicen representarla pero que le dan por el culo en la practica, traten de frenar obras colosales con el verso de que 16 gaviotas de mierda o 14 lobos marinos que solo sirven para comerse las brótolas y las merluzas, la pasen mal. Es un tema de luces y sombras ese de las torres y los puentes; los idiotas no gustan de las torres por que sentados al cordón de su vereda mental, se quejan de que estas les quitan el sol en lugar de mover sus glúteos de lugar y buscar otro quehacer con imaginación.
Sabrán disculpar los que son de afuera y no reconozcan algunas de las referencias a las que acota el Sr. Obes. Lo que encontré interesante es el tema de fondo y como es visto por gente que debería, en apariencia, compartir pareceres. Eduardo Galeano no necesita introducción; a estas alturas es más conocido que el Chapulín Colorado por ser el paladín de la justicia de esas causas que están casi perdidas pero que tienen un soplo de esperanza -¿sino para qué escribirlas?-; por ser el enemigo mortal verbal del “Presidente del Mundo” -el que sea nomás, con que vista el sayo de presidente de los EEUU el le honra con una extensión práctica de sus poderes, por no mencionar el latigazo de su prosa.- No, no se confunda, estimado lector; el “Presidente del Mundo” no es santo de mi altar ni escribiría nada sobre el que pueda considerarse elogioso -eso sería, en mi opinión, algo más difícil de encontrar que el Cáliz Sagrado…-
A pesar de que creo que el Sr. Obes comparte, en principio, muchas de las opiniones sociales de Galeano, lo que me gustó fue encontrar a alguien que tuviera los huevos para bajarle del pedestal de la justicia empírica. He ahí la paradoja: Por un lado tenemos a alguien que sabe usar la prosa de una manera inteligente, diciendo lo que, supongo, siente de verdad, pero que en realidad peca de lindo y de resonar, sin muchas consideraciones, en el sentir popular; y por el otro a la persona como individuo, el que, como tal, sufre de tantos defectos como el vecino. No creo que se pretenda de que el Sr. Galeano no disfrute del fruto de sus esfuerzos como escritor y comentador. Salud de por medio, lo seguirá haciendo por muchos años más y seguirá escribiendo lo que le salga de su conciencia. Pero sí creo que hay que mirar a lo que Galeano escribe con más objetividad y no tomar sus artículos como estandartes de batalla. La realidad es que lo que él escribe -o lo que cualquier persona escriba, por supuesto- no le para la olla a más nadie que al escritor mismo (a esos, menos del 1% de los que escriben algo, quiero decir.)
A mi parecer, los comentadores sociales de prestigio, como lo es Galeano, tendrían que encontrar un cierto balance entre lo que consideran mal y merecedor de apuntarles con el dedo y lo que en la realidad de la calle se puede ver como resultado de sus comentarios. Lo de prestigio es importante de notar. El prestigio es carísma y, como tal, mueve la mentalidad de la gente a reflejar las ideas del escritor; muchas veces sin considerar las consecuencias prácticas, muchas veces negativas, de ese movimiento y como éste puede afectar en los hechos el flujo de la historia.